Duermo mucho tratando de encontrarte en mis sueños.
Te veo, te siento.
Susurras en mi oído elegías del más allá.
Con tu lengua de poeta rockera.
La misma lengua que no hace mucho recorría mi cuerpo.
Mi cuerpo roto por dentro y por fuera.
Quiebras mis huesos.
Desgarras mi piel, abres mi pecho con tu daga.
No hay corazón adentro, solo pedazos, añicos de un sentimiento.
Lo guardas en una pequeña cajita de madera, de esas de antaño.
Luego, te preparas, te vistes, con tu disfraz de
confianza y seguridad.
Pero debajo, tu ropa interior esta tejida de miedos,
miedos de la
infancia.
Al igual que yo.
Al igual que tú que lees esto.
Y es que en el fondo sólo somos
niñxs heridos tratando que calmar nuestra pena.

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